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La tragedia del Cabo Machichaco: el día en que Santander tembló a causa de la dinamita

El 3 de noviembre de 1893, un fatídico suceso se escribió con fuego y pólvora en la historia de la ciudad de Santander. Un evento tan devastador que, a día de hoy, sigue siendo un recordatorio de los peligros del olvido y la negligencia. Esta es la historia del vapor Cabo Machichaco, un barco que se hundió en el puerto, pero cuyo recuerdo perdura en el alma de la ciudad.

El Barco Fantasma con una Carga Mortal

El Cabo Machichaco, un vapor mercante propiedad de la naviera Ibarra, llegó a Santander procedente de Bilbao. Su destino final era Sevilla, pero hacía una parada para descargar parte de su mercancía. Aparentemente, transportaba cargas comunes como hierro y maquinaria. Lo que nadie sabía, o al menos no oficialmente, era que en sus bodegas, bajo sacos de harina, se escondían 51 toneladas de dinamita y ácido sulfúrico, una carga explosiva y extremadamente peligrosa que había sido declarada de forma incompleta.

La Tragedia en Directo

Alrededor de la una y media de la tarde, un incendio se desató a bordo del buque. El humo alertó a las autoridades y la noticia se corrió rápidamente por la ciudad. A pesar de los avisos de que el barco transportaba dinamita, la falta de una evacuación efectiva y la incomprensible curiosidad humana se combinaron en una receta para el desastre. Una multitud de santanderinos, incluyendo a gran parte de las autoridades civiles y militares, se congregó en el muelle para presenciar la extinción del incendio.

A las 16:45, el horror se desató. El fuego alcanzó la carga explosiva, y el puerto de Santander se convirtió en el epicentro de una explosión colosal. La deflagración fue tan masiva que:

  • El muelle fue pulverizado.
  • Fragmentos del barco y su carga salieron disparados como metralla, llegando a impactar en la catedral, a casi un kilómetro de distancia.
  • Una enorme tromba de agua, provocada por la explosión, arrastró a la multitud que estaba en el puerto hacia el mar.

El saldo fue devastador: se estima que casi 600 personas perdieron la vida en un instante, con cientos de heridos. La ciudad quedó sumida en el caos y la destrucción.

Un Eco Trágico

La pesadilla no terminó el 3 de noviembre. Meses después, el 21 de marzo de 1894, mientras se trabajaba en la extracción de los restos del barco, otra explosión se produjo, cobrándose la vida de 15 obreros más.

Hoy, la memoria de la catástrofe del Cabo Machichaco se mantiene viva en Santander a través de monumentos y placas conmemorativas. Es una historia que nos recuerda la fragilidad de la vida y la importancia de la prudencia, un sombrío, pero necesario, capítulo en la historia de la ciudad.

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